martes, 17 de marzo de 2015

ROUCO, PÁSALO

Hablemos de la Semana Santa que se avecina:

Es muy emocionante escuchar una saeta o el redoble de tambores de la procesión, es decoroso que se alarguen las faldas y se cubran los escotes, es un acto de fe acompañar los pasos y hasta pagar un buen balcón para no perder el mínimo detalle, es muy importante seguir la norma tradicional en silencio para que nada desbarre, y, sobre todo, es de desear apartarse para que el japonés de turno pueda realizar la foto con total comodidad y asegurarnos más turistas para el año siguiente.

Pero para algunos, los más creyentes, se acercan días de ayuno, de grandes sacrificios, de darse latigazos en la espalda. Son quienes viven la Semana Santa con Pasión y realizan un ayuno voluntario que purifica el alma y que a la par lo agradece el cuerpo.

Sin embargo, en esta Semana Santa, yo me quería referir a otro ayuno, de esos que mortifican porque se hacen sin querer y obligado por las circunstancias, pero con generosidad y buena fe, estos ayunos tienen remedio.

Habrán podido darse cuenta que me estoy refiriendo a esos miles de niños a quienes les van a cerrar los colegios durante los días de vacaciones, niños de espíritu adulto que estudian para comer, de igual manera que lo hacen sus padres cuando trabajan. Pero como no hay trabajo, los niños lo pasan muy mal de vacaciones y cuando abren el frigorífico de su casa y no encuentran nada que llevarse a la boca se callan para no disgustar a sus mayores.

Éste sería el momento de poner orden para que no se pierdan los alimentos de esos otros que ayunan por devoción. Sería tan fácil como sentar a su mesa a uno de esos niños y darles su plato de comida. “¡Pero vete a saber a quién metes en tu casa!”, dirán algunos. Y también el chico puede opinar que la casa es muy fría y comer por caridad muy desagradable.

Hay otra salida: comer por justicia. Y así, lo más propio quizá sea mantener abiertos los comedores de los colegios sin necesidad de sacar a los chavales de su entorno. Ustedes me dirán que esto no es muy original, que son muchos los que ya lo están reivindicando. Lo sé, pero también sé que quienes pueden ejecutarlo y no lo hacen sólo esperan nuestro silencio, que las gargantas se rompan o se aburran. Y eso, en nuestro nombre, no.   


Y para no herir a nadie y confiando que va a imperar el sentido común y se va actuar con urgencia, digamos aquello  del gitano y su borrico: “También es mala suerte, ahora que se estaba acostumbrando a no comer, va y se muere”.



En www.salamancartvaldia.com tenéis mi artículo de hoy martes, 17/3/2015.

Acompañadme:

http://salamancartvaldia.es/not/59602/esas-mujeres transversales#sthash.9eH22zB3.dpuf

Hoy, como título: "Esas mujeres transversales".

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