viernes, 28 de junio de 2013

OTRA MANERA DE VIVIR

Me acuso padre de que ayer estuve delante del televisor cuatro horas. Una hora la pasé ante los payasos de la tele… y he de reconocer que me gustaban más los de antes. Es más, ahora que están los niños de vacaciones pienso que a estos payasos los deberían de detener. Y no es que no sean unos grandes profesionales, que lo son, y les sale el papel sin esfuerzo, hay que reconocerlo, pero los Kiko, Paz, Lydia y compañía no deben angustiar tanto a los niños cuando se parten de risa de Yurema, aquella chica salida de la fábrica de frikis de Xavier Sardá y de la que dicen que vendió un millón de discos de la famosa canción “No cambie, no cambie…” con letra del gran compositor Leonardo Dantés. Pues ayer la tal Yurema hacía de payaso bobo, un clásico en el mundo del circo, pero lo hacía en contra de su voluntad, y eso ya es delito. También debo decir que la tropa de “Sálvame” también me angustia a mí cuando les veo correr unos tras otros con una escobilla de wáter en la mano. Me gustaría saber si ese fue el minuto de mayor audiencia, pues si esto se confirma, volveremos a ver en televisión un gran concurso de ventosidades. Me marché y estuve de vuelta a las nueve para el partido España-Italia, con el que disfruté a tope y no me acordé del mundo, el demonio y la carne hasta que no me dio por servirme un gin-tonic, y entonces despotriqué de todos los gin-tonic que los políticos se habían bebido a costa mía. Pero fue un lapsus. Al partido no le faltó de nada y tuvo emoción hasta el último segundo. No obstante, recordé, a pesar de las emociones en juego, aquello que decían los parados antes de la crisis: “Yo no tengo miedo a nada mientras tenga dos brazos para trabajar”. Y digo yo: “O dos piernas, tío, o dos piernas”, que creo te irá mucho mejor.

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