LA SALAMANCA QUE PERECE
Quizá no exista mayor frustración para una persona que la de ver cómo le mueven sus costumbres. Esto va en serio y es lo que está pasando hoy en Salamanca. Si usted se ha tomado un descanso fuera de la ciudad debe conocer que la zona monumental sigue bien, o quizá mejor, pues la antigüedad es un valor añadido. Sin embargo, algo está ocurriendo en la ciudad que la empobrece sin remedio. Ahora se cumple un mes del cierre de un periódico con ciento treinta años de historia que para muchos había significado el otro, un equilibrio necesario para las distintas idiosincrasias de la ciudad. “El Adelanto” fue uno de esos pálpitos, a veces sístoles a veces diástoles, de los monumentos de piedra y vida de un corazón que ha dejado de latir. Presente en tres siglos en los que, partiendo de la Revolución Industrial, no ha podido resistir la Era Tecnológica. Ha sido un centinela de la noche desafiando ingentes desvelos para que el periódico llegase a los salmantinos cada mañana, y a todos consta, si nos atenemos a las diferentes manos por las que pasó su propiedad, que su resistencia a morir ha sido encomiable. Pero con una fuerte competencia es difícil que le llegaran los últimos auxilios y ha dejado huérfanos a un puñado de trabajadores y de lectores incondicionales. La lástima está en que se ha marchado en silencio, sin pena ni gloria, más como un negocio que llega a su final que como el monolito de cultura que ha sido. Sobre su pira, en gran homenaje, debería echar flores toda la intelectualidad salmantina.
Desde el punto de vista cultural, si le hubiera ocurrido a "La Gaceta", mi sentimiento sería el mismo, y en lo personal, por mi vinculación como trabajador de "La Gaceta" durante veintinueve años, mi sentimiento sería mayor.
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