miércoles, 8 de mayo de 2013

DESCANSO POR LIFTING

Peor que ser tontos es que nos quieran poner por tontos. Al fin y al cabo el tonto no se entera, pero eso de ir por la vida con cara de tonto a sabiendas de que no es tu cara, eso duele. Habrá que volver a la ausencia, es decir, a la bodega, al tintorro, al chato de desayuno, a la carita roja y a sólo pensar en el mundo del fútbol y del toro para ser felices por ignorantes. Ahora, abres o enciendes cualquier medio y allí te encuentras al listo de turno, o sea, al ministro, con el absurdo del día. Además, esto funciona como una máquina. Lo importante es mantener el atolondramiento general y que ese día lo hayamos perdido. Habla el señor Gallardón y cuando sus  estipendios no duran más allá de medio día, sale otro de su partido desmintiéndole, así se completa el otro medio día, y al final de la noche ese gregario dice que se han entendido mal sus declaraciones, es decir, que el señor Gallardón lleva razón. Recordarán hace unos días a la recién laureada doña Esperanza, quien por la mañana hablaba mal de la política seguida por su jefe y por la tarde estaba completamente de acuerdo con él. Ese es el poder de una medalla. Sin embargo, hablando de laureles, la peluca de la semana, persona de ideas  transparentes, debe corresponderle al señor De Guindos, quien dice que la crisis toca a su fin, vamos, que ya se acabó la crisis. No sé si alguien, en plena facultades, puede escuchar tal disparate sin haber tomado algún paliativo. Hasta ahora no ha sido desmentido por nadie, ni siquiera por su “amigo” el señor Montoro. Vamos a ver, señor De Guindos, no confunda usted “crisis” con “cambio de sociedad”. Efectivamente, esto último está casi completo. Pero la crisis más profunda, la que durará cien años, que son los recortes que nos han llevado a la retrospectiva de 1913, esa comienza a partir de ahora. O no, yo creo que aún falta un poco más de dolor, más escarmiento a las clases medias y bajas por haber cometido la insolencia de ser felices. La felicidad la da el trabajo, no el dinero, que tiene que estar en manos de quien da ese perfil. La plebe pronto trabajará como chinos para vender como los chinos, luchará por sueldos de cuatrocientos euros que es mejor que nada, y después de la experiencia padecida, si alguien protesta, carente de derechos y de dinero para acudir a la justicia, le tocará colocarse a la cola de los seis millones. Por todo ello, amigos, para ser más creíbles, lo mejor es que vayan ustedes buscando un médico para que les opere y les deje los ojos que parezcan chinos de verdad.

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