HABEMUS ERE

Ayer por la mañana, recién salido de una fumata negra, me encuentro con un amigo. Mi saludo fue con las bromas que se  vierten estos días con la elección del nuevo Papa. (Esto lo tendrán que anotar los cardenales para que en un próximo Cónclave abrevien y no den pie a tanto vacile). “Ya sabes, hasta que la fumata no sea blanca y del Madrid, repetirán una y cien veces la  jugada…”.  Yo esperaba que mi amigo siguiera la broma, pero no, parecía como si se hubiera tragado un sapo. Qué te pasa, le pregunto. “Nada, la maldición de Rajoy: Que nos quieren hacer un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) de esos facilitos…”. ¿Qué me dices? ¿Pero tu empresa no tiene beneficios?. “Sí, pero es igual. Se trata de ese cuento del brazo y la cangrena. Hay que cortar el brazo para que la cangrena no infecte al resto del cuerpo”. Y claro, tú estás en ese brazo. “Vamos, con tal virulencia, que pareciera estar en el ala de un avión”. ¿Pero eso lo pueden hacer así? “Si no es a fraude de ley, por supuesto que sí”. Joder, tío, cómo estás puesto. “No es que esté puesto, las circunstancias mandan…”. ¿Y qué es lo que vais a hacer? “Lo primero es dar la mayor publicidad que se pueda y después buscarnos al mejor abogado, o al revés”. Le dejo que continúe: “Actualmente muchas empresas quieren llevarlo todo en silencio, y si los trabajadores buscan un sindicato, el consejo es que no lo hagan o busquen uno discreto; después, tratan de llegar a una solución ambigua, sin el mínimo exigible, o sea, un ERE sin ser ERE y a ser posible que ese ERE sea exprés”. Le extiendo la mano y le digo que no pierda la sonrisa, que no siempre tiene que salir mal, que hay Dios, y para levantarle la sonrisa le vuelvo a decir que hay Dios y dos Papas. Pero ni por ésas. Me marcho y me doy cuenta que el horno no está para bollos ni para fumatas. Habemus Papam, sí, pero con eso no se come.