CHÁVEZ, SIN ODIO

Nadie duda que el desaparecido presidente Hugo Chávez, de Venezuela, era una persona tan “ostentórea” como nuestro Jesús Gil, q.e.p.d., aquí en España, aunque a Dios gracias éste no llegó a presidente. El problema mayor con el que hubiera chocado hubiera sido con él mismo, el de la pasión, y si no que se lo pregunten a Caneda, con quien arregló sus diferencias a puñetazos. Sin embargo, un Chávez en Venezuela, con toda su voluptuosidad e idéntico lenguaje que Gil, aunque no se sabe si alguna vez se le fue la mano, era querido por su pueblo hasta ser reelegido democráticamente durante catorce años. Mientras, por no ser manipulable, desde otros países demócratas de Occidente el vapuleo sobre Chávez ha sido constante, como si fuera un insulto para la humanidad un político de ese corte. Chávez ha muerto un 5 de marzo, día del nacimiento de Felipe González, el político con más carisma que ha tenido nuestro país a lo largo de la Historia. Y es indudable que Chávez  lo ha sido de Venezuela. La diferencia está en la idiosincrasia de cada país, aunque Felipe también tuvo su viacrucis en esta España que cuando le tocó gobernarla aún tenía mucho de “martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma y cuna de San Ignacio” (léase M.M. y Pelayo, Heterodoxos…) . Ahora que llegan a nuestras casas 400 canales de televisión de todo el mundo nos chocan programas donde los intervinientes, gente sencilla, se vapulean en directo, siendo precisamente ése el atractivo del programa. Un programa que lo tenemos aquí con gente no tan sencilla que lo único que falta es que se peguen, pues sus vergüenzas o desvergüenzas las airean a diario. Pero, claro, Ecuador no es comparable con España y aquello es una depravación mientras aquí es un espectáculo. Felicidades, Felipe, y descanse en paz un político de izquierdas como Chávez que, con muchos aciertos y desaciertos, dependiendo del prisma con el que se mire, supo defender a su patria del más obsceno imperialismo.