viernes, 26 de octubre de 2012

Don Felipe

¿De quién se acordaría el Príncipe Felipe cuando al salir del funeral de un amigo, en la misma puerta de la iglesia, una pobre le acercó la mano para pedirle limosna? Él se la estrechó a modo de saludo e imagino que la señora no tendría en la mano ninguna moneda, ¡pues ya la ha visto!, que el futuro está muy oscuro y ejemplos de gente venida a menos los tiene muy cercanos, si no, quién no se acuerda del de “cartier” que de manera tan infame salió del Museo de Cera peor que los ladrones, ¡ni siquiera lo taparon con una sábana! También Don Felipe, en su propia sangre azul, ha tenido experiencias muy duras. No hace mucho corría por las redes las grandes ilusiones perdidas por las que había pasado desde la infancia. Así, en el albor de su vida, pronto descubrió que los reyes eran los padres y más adelante que su cuñado era el hombre del saco. (Aunque esto último esté sin confirmar). De todos modos, que los de protocolo le coloquen allí a una pobre para hacerle la prueba de la generosidad, suena a Torrente V. Ya tiene motivos Su Alteza para no fiarse, que el día menos pensado “Mocito Feliz” lo recibe con la bandera republicana. Sin embargo, los Borbones tienen la suerte de tener una sonrisa cómplice y éste es su gran capital. Además, a Su Alteza se le ve preparado hasta de presidente de la República. Es el hombre tranquilo e inteligente que no cometería el error de dar a la pobre consejos cuando lo que necesitaba era dinero. Hasta la próxima, Alteza, y “noos” fiéis.

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