“Hijo, está claro: porque hablamos alto”. “¿Y por qué hablamos alto?”. “Porque creemos que los demás son sordos”. “Eso no me lo habías dicho nunca”. “Tú tampoco me lo habías preguntado”. “¿Y qué hacemos ahora dando voces?”. “Es verdad, lo siento”. “Pero, papi, ¿esto siempre fue así?”. “Hijo, ya Calderón de la Barca decía sobre los soldados españoles en Flandes que “todo lo sufren en cualquier asalto, sólo no sufren que les hablen alto...”. Pero hablemos de otra cosa: “¿Tú qué vas a ser el día de mañana?”. Yo “coupier”. “Estupendo, hijo, veo que no has perdido la Esperanza de colocarte…”. “También quiero ser ‘treping topic’”. “¿Y eso qué es?”. “Jobar, papá, ¿no lo sabes? Eso, por ejemplo, es pillar a un obispo fumando porros y colgarlo en twitter antes de que lo cuelgue otro”. “¿Y con eso qué ganas?”. “Hombre, si le das una patada por predicar una cosa y hacer otra, hasta puedes subastar la bota y ganar mucho dinero”. “Jobar, hijo, qué ideas más extrañas tienes”. “La culpa es tuya, papá, que cuando nací me sacaste el carnet de la Unión C.F. y se te olvidó afiliarme a un partido popular”. “En eso sí llevas razón, hijo, hoy serías tan inteligente como el hijo de Esperancita o los maridos de Soraya y Mari Loli”. “Y yo hubiera valido para ello, papá, pues aún no he dicho una verdad en mi vida”. “Ya lo sé, hijo, ya lo sé…”. "¿Sabes que tienes el aire acondicionado muy alto, papá?". "A míííí me gusta assssííííí....". No hay remedio. Ni se puede dejar de ser español ni se puede dejar de fumar...
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