Es más fácil descubrir el boson de Higgs que explicar de qué se trata. Después de escuchar las explicaciones de muchos expertos, éstas me pasan por arriba y, al vuelo, es difícil cogerlas, y si me llegan de los profanos en la materia, que es materia de lo que se trata, algunos me tienen hecho tal rebujo, que voy a ver en síntesis qué es lo que se me ha quedado en el “coco”. Yo creo que la explicación es ésta: si tomamos un cacharro y la liamos a cacharrazos sobre un adoquín, éste se rompe y se divide en muchos trozos, seguimos dándole y suelta aún más trozos. ¿Por qué estaban antes unidos estos trozos y ahora no? Por los golpes, claro. Es verdad. ¿Pero qué elemento mantenía un trozo unido a otro de manera natural? El elemento es el bosón de Higgs, que también es materia. Lo han descubierto en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), o sea, descubrir en la práctica aquello que en teoría lo había revelado el físico británico Peter Higgs hace 48 años. A esta teoría también se le llamó “partícula de Dios”. Ahora se abre un abanico de aplicaciones y deducciones que hasta este momento no eran posibles. La ciencia, como casi siempre, pondrá en cuestión la existencia de Dios y la Iglesia dará como explicación que la esencia, en este caso la partícula, le corresponde a Él. No obstante del bosón de Higgs saben mucho los mineros, que a golpe de pico han tenido que separar los bosones largos años y hoy están hasta los mismos porque no les dejan seguir con lo que saben. Bienvenidos sean estos descubrimientos de la bosonería, pero no menos bienvenidas sean las soluciones para una región que está a punto de “desbosonarse”.
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