martes, 1 de mayo de 2012

Los ganadores

Las apuestas, como las armas, las carga el diablo. Quién no ha oído decir alguna vez: “si esto no ocurre, me corto los cojones”. La gente no se cobra estas deudas, ya que si lo hicieran estaría medio país castrado. Una anécdota muy conocida la protagonizó Mariano Medina, presentador durante muchos años del telediario de mediodía, que tuvo la osadía de jugarse el bigote si no nevaba al día siguiente. El bueno de don Mariano cumplió con dignidad al aparecer sin bigote el día después, pues no cayó agua ni para llenar un botijo. Pero ya no existen Marianos así, ahora para cautivar votos apuestan antes de las elecciones que no van a subir impuestos y después los suben, y no me estoy refiriendo a nadie en particular. Otra apuesta menos conocida en la actualidad y ya perdida en el tiempo, pero con final feliz, tuvo como protagonista al torero Manuel Mejías Rapela, “El Papa Negro”, padre de la dinastía “Bienvenida” y familia de quien esto escribe, primo de bisabuelo. Pues bien, don Manuel, antes de echarse a la plaza con seis toros, prometió que si no les cortaba orejas y el público salía descontento del festejo, les devolvería el dinero de la entrada. Al llegar al quinto toro y hacer una faena memorable, el respetable, puesto en pie, le dio una atronadora ovación y sembraron la plaza tirándole las entradas al albero. Por último, está la del bravucón que se juega la parienta y sale del salón cornudo y “apaleao”. Ésta apuesta fue muy socorrida en las novelas del Oeste de Marcial Lafuente Estefanía. Y como más de esto no se puede jugar nadie, aquí finalizamos el kit de los muy seguros de sí mismo.

2 comentarios:

  1. Yo por estos mangantes d epolíticos que tenemos hoy en día, no apuesto ni lo que cabe en un dedal.
    pero tb se podría apostar por otra cosa...............y seguro que se acababan las apuestas en un plis plas...............
    Piens, piensa.

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