jueves, 10 de febrero de 2011

El rabo de vaca

Romario hoy día tiene 45 años y desconozco si tendrá ahorros o está seco, pero lo que se sabe de él es que se nos ha hecho político. Elegido diputado por el Partido Socialista de Brasil (PSB). Ahí es ná. Romario cuando jugaba también tenía dos dimensiones, y a ambas necesitaba hacerlas compatibles: la del fútbol, en la que era un jugador eléctrico e inteligente, y la privada, en la que no estaba dispuesto a renunciar a las mujeres por nada del mundo. El Romario del Barça cargaba las pilas en las discotecas y aquello era para él un entrenamiento. Un día se desplazó con su equipo a jugar a Salamanca, y un “crack” como él era muy difícil que pasara desapercibido, por tanto, al día siguiente, por la mañana, corría por toda la ciudad la noticia-rumor de que Romario había estado fumando, bailando y dejándose querer en una discoteca hasta las cinco de la mañana. Después, por la tarde, la noticia era otra: que había sido el mejor de su equipo y del partido. Romario era chaparrito, de piernas cortas, y parecía que se columpiara en las caderas, con las que tiraba de los glúteos dando la apariencia de estar fatigado. Éste era su gran secreto. Aquellos andares no eran propios para recibir el último balón, y sin embargo los compañeros lo buscaban porque era de una eficacia pasmosa: “Balón hacia el segundo palo para Romario. Romario, Romario, llega, llega, llega... llega Romario. Gol, gol, gol. Gooooool de Romario”. Le había sobrado medio metro compitiendo con bigardos que le sacaban la cabeza y la definición era tan de Romario, que no se prestaba sólo a poner el pie para que la pelota tropezara y para dentro, sino que a Romario le gustaba dar ese último engaño, ese toque en el último instante en el que él se recreaba. A veces la jugada nacía y terminaba en él: atusaba el balón, encelaba al defensa y cuando éste le entraba, con un quiebro de cintura en el espacio de una baldosa, salía con la pelota dejando al defensa en el suelo y con ganas de retirarse, como el famoso “rabo de vaca” que le hizo a Alcorta, del cual yo creo que este último nunca llegó a reponerse. Suerte, y ahora a lidiar el dignísimo “rabo de toro” de la política.

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