Uno de los costes de oportunidad de ver en su casa a Rembrand, Vermeer y Van Gogh, fue mi pérdida de ensueños en alguna de nuestras playas.
Sin embargo, hoy, sin fecha ni nada especial que lo motive,
sólo porque me quiere, mi esposa, con la
mar embravecida y su creatividad, ha dado aposento a mis deseos.
Un regalo que lo recibo con la misma emoción que si lo
hubiera pintado el genio de la oreja cortada.
En www.salamancartvaldia.com
tenéis mi artículo de hoy martes.
Acompañadme:
El título: “Lágrimas
negras”.
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