domingo, 5 de agosto de 2012

Un pecado llamado Marylind

Salgo de este mes sabático en el que me encuentro para atender una causa justa. Creo que cincuenta años sin Marylind bien merece una flor o un recuerdo. Marylind no fue una mujer de su época, sino una mujer de nuestros días que se adelantó a su tiempo. Y esa osadía la pagó cara, tan cara que se le negó su talento artístico. Su exuberante belleza la eclipsaba y a pocos le importaba una película suya, se iba a ver a Marylind y con eso bastaba. Así se granjeó el descrédito y la mala fama, y los celos de mujeres de negro de la época le pusieron el corsé  de escandalosa, tonta y ligera de cascos. Pero quiero dirigirme a ti, Marylind: Tu presencia molestaba. Aún hoy algún indocumentado te llamará frívola, pero nadie, como entonces, dirá que eras “una cualquiera”. Viviste una época en la que aquí, en España, ser artista era lo peor que podía pedir una mujer a su padre. “Prefiero verte monja” era la respuesta. ¡Cuánto nos hiciste pecar de pensamiento, Marylind! ¡Cuántas veces le tuvimos que decir al cura cómo eras! Pecar contra el sexto mandamiento era pecar por ti. Es un pecado pendiente del que nunca tuvimos propósito de enmienda. Yo era pequeño y dormía con los angelitos, pero cuando te recordaba, tiraba a los ángeles de la cama para soñar contigo. Te hubiera dado la nacionalidad española y te hubiera hecho mi novia, y cualquier pintor, antes de conocerte, hubiera querido imaginarte como el ideal de belleza, pero llegaron tarde. Hoy sólo quiero decirte que, salvo algún cavernícola, estás reconocida y redimida, ¡pero qué caro te salió ser Marylind! Te dejo con un beso de adolescencia.

2 comentarios:

  1. A ella le salió caro su aspecto sensual. Otros pagan por otras cuestiones.
    En este mundo todo tiene su precio.
    En algunos aspectos lo marcan los celos, y en otros lo marca la vida.............Porque en esta vida así somos de "pendejos".
    Un abrazo.

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    1. ¡Qué gran verdad, Lía! Cuántas personas, sin molestar a nadie, sólo por querer ser libres y no pertenecer a ningún rebaño, están en el infierno del INEM. Y cuántas, cuántas y cuántas lo están por no querer balar "sí, bwana". Esto llevémoslo al Arte y sus mecenas del veto. A veces, somos pecadores, intentas entrar en el rebaño, pero cuando te pones a realizar una poesía sobre Rajoy, es que no te sale.

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