lunes, 9 de enero de 2012
Navidades con estrambote
¿Por qué se tiene que disipar la nube de la Navidad? ¿Por qué? Unos días que comenzaron con las “contracciones”, digo extracciones, del día de la Lotería anunciando el Nacimiento del Niño, que después pasamos por la Navidad, día en el que nos dimos fraternalmente la paz desde Sicilia hasta Cuba – “la paz sea contigo, hermano” – y sin un cura que nos obligase, y posteriormente pegamos un salto mágico de 365 días para caer en el año 12, brindando con 12 uvas a campanadas, o achampanadas, como se quiera… y aunque habían pasado 365 días aún nos esperaban los Reyes, ¡qué grato sueño!, “a mí me han traído lo que pedí, papi, ¿y a ti?”, “a mí también, hijo, me han traído la única tarjeta que me faltaba”, “a ver, papi, ¡qué guay!, Cofidis”, “sí, hijo, la estrenaré el lunes”. Por fin despierto y es lunes. Pero por qué tienen que acabar las Navidades, si aún no hemos celebrado la matanza de Herodes, aquel rey tan malo y lleno de ira que mataba mosquitos a cañonazos. Pues no señor, que es el año del 12 y a mí me han dado 12 días más para celebrar la Historia Sagrada como Dios manda, y después me encomendaré no sólo a un santo, sino a los 12 apóstoles, que no es tan mala idea para salir de la crisis.
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