jueves, 22 de diciembre de 2011

El Sr. Depende

Retroceder, en todas las guerras, siempre fue más fácil que avanzar, pero así no se ganó ninguna. La sociedad española, desde el comienzo de la transición, ha tenido un horizonte de miras que a distintas velocidades, según gobernasen unos u otros, ha buscado profundizar en el estado de bienestar, y hemos de recordar a quienes están faltos de memoria, que no ha sido algo que haya estado ahí toda la vida. Y tampoco el estado de bienestar es el café, la copa y el puro para todos, sino que son conquistas de primera necesidad con las que ya ha nacido más de la tercera parte de la población. En estos momentos, en nombre de la crisis, ese estado de bienestar sufre la amenaza de retroceder y el currículum de algunos ministros recién nombrados está muy cuestionado. Rubalcaba en el debate de investidura prometió a Rajoy lealtad con las medidas para atajar la crisis –a quitar los “puentes”, nada que objetar– pero también le dijo que en lo único que no obtendría su apoyo y le tendría enfrente sería en casos de querer recortar leyes como las de dependencia, protección a la infancia, paridad, educación, sanidad, etc. Los gobernantes socialistas de la transición, Felipe y Zapatero, se ganaron el latiguillo de “por consiguiente”, que dicho por González no era un retroceso, sino un avance, y “el talante” en el caso de don Jose Luis, una manera de entender lo que debe ser moderno, progresista y solidario. Hoy un periódico nacional de primera línea titulaba que se va el “talante” y llega la “sensatez”. ¿Qué sensatez? ¡Ojalá! Pero ese latiguillo se lo tendrá que ganar, ya que hasta ahora todos le hemos encontrado dubitativo y con un “depende” en sus labios. Y eso de dudar es bueno para un científico pero nunca para un político. Suerte, don Mariano, y que Dios nos coja confesados.

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